DOS CORAZONES PODRIDOS NO SE PUEDEN AMAR

Jamás entendí porque tanto odio contra mí -me dijiste, mientras sentías el golpe de mis palabras en tu cara. Si yo lo único que pude hacer es amarte, seguiste diciendo. Yo sólo sentí la cursilería de tus palabras recorrer por todo mi cuerpo. Lo cursi se concentra en la boca del estómago, y da asco. Vomité  por toda la sala y salían sapos negros de mi boca, o al menos eso veía yo. La palabra amor me daba asco como asco me daban todas sus derivaciones.

Te preocupaste y dijiste que me cuidarías, que me calmara, que tomara algo y que ya iba a pasar. Clavé mis ojos incrédulos en tus ojos y lo ignoraste. No entendiste que todo era tu culpa, que tus constantes cariños me daban asco, sobre todo porque en lo que veías cariño, yo veía miles de chantajes. Por eso me alejaba todos los días de tu lado y me perdía cada día en 33 gramos de Fam23. Me perdía en los delirios de la droga.

Todo va estar bien me dijiste, después que había despertado en tu sofá. El vómito me había debilitado y había dormido media hora. Apretaste tus manos junto a las mías y dijiste: te quiero. Los escalofríos volvieron, los vómitos, los golpes, la furia, el dolor, el chantaje, la ira y el puño. Salí corriendo por toda la calle y en la esquina empecé a escribir libertad.  Imploraba a gritos: ¡libertad!.  Lloré en cada  calle donde había dejado de ser yo.

Los delirios siguieron más fuertes. Te asustaste el día que desperté diciendo que era un mutante y tenía que inyectarme poesía en las venas. Que las calles tenían que ser de mil colores y cada una tenía el nombre de un corazón triste.  Solo me observabas con tristeza cuando empecé a cubrir la casa con papeles viejos, aún cuando te dije que el olor de la lignina nos protegía contra los espantos.  No creías y me veías con la lástima que se le ve a un niño que ha perdido todo, con el dolor que se le puede ver a un niño abandonado.

El día que te asustaste más fue cuando viste la casa llena de pájaros. Me preguntaste que qué haríamos con todos ellos, atraparles el canto te dije, que es como sacarles el corazón porque yo tengo un corazón muerto, porque tengo un pájaro muerto dentro del mío te seguí diciendo.  Saliste corriendo y lloraste, lloraste mucho y con dolor tomaste el teléfono y llamaste. Comprendí en tu mirada dónde es que habita la tristeza. Sabía que esa llamada era para que me encerraran. Y lo hiciste y aún sigo acá. Con eso comprendí que dos corazones podridos no se pueden amar. Yo sigo contemplando el canto de los pájaros.

926f53c899f42ff080bfda0b29ec3948

Deja un comentario